miércoles, 9 de mayo de 2018

Me gusta escribir





Me gusta escribir

Descubrí, hace tiempo, que escribiendo podía transformar mis sentimientos y mis emociones en algo creativo, expresando lo que sentía a través de mis escritos. Escribir es como mi mano amiga. Y mi boli y mi cuaderno mis aliados y compañeros en esta andadura que es mi vida.

Disfruto mucho cuando escribo sobre mí. Sobre aquello que me impresiona y necesito plasmar en un papel. Al hacerlo, me libero. Por ejemplo: mis sueños, algún acontecimiento que me pasa o veo, recuerdos, etc.

Al llegar a este taller, mi concepto sobre lo que es escribir ha cambiado, un poco, en positivo, por supuesto. Aquí, estoy aprendiendo a salir fuera de mí, y me gusta. Y escribir se está convirtiendo en una aventura en la imaginación que la materializo al contarla. Es como magia, algo aparece o desaparece cuando yo quiero.

No me da pereza escribir, al contrario, me entusiasma y me produce bienestar. Llevo años con el hábito de escribir todos los días, lo que sea, aunque parezca una tontería. Carmen Martín Gaite, en su libro Nubosidad Variable, dice: “Deja de ser una tontería lo que se cuenta con ganas”. De eso se trata.

Para mí, escribir, es no olvidar. Las palabras se las lleva el viento, lo que se escribe, no. Escribir es como grabar. Necesito, de vez en cuando, volver atrás para saber donde me encuentro. Escribir me ayuda a organizar mi mente, mis pensamientos, mis ideas, etc. Escribir me pone frenos y límites. Escribir me salvó cuando andaba perdida. Escribir es el espejo donde puedo mirarme aceptando la imagen que veo. Escribir es el camino que me lleva al encuentro conmigo misma. Escribir me libera. Escribir me reafirma. Escribir me ayuda a tomar conciencia del mundo que me rodea. Escribir, para mí, es una necesidad. Escribo para dejar algún legado o herencia.

Mis textos, o mis escritos, son cortos y breves, como pequeños relatos, donde expreso lo que siento y me emociona. Interpreto, de manera muy subjetiva, una realidad, una idea, un suceso, un tema, un recuerdo, etc. Son textos muy íntimos. Normalmente, escribo por las mañanas, es cuando más inspirada estoy. Eso sí, necesito tranquilidad y silencio.

Cuando escribo, mis estados de ánimo son variables, ¡he pasado por todos!. Al crearme el hábito de escribir todos los días, puedo hacerlo contenta, enfadada, triste, emocionada, cuando me pongo a ello y dependiendo de mi estado así es lo que escribo. Lo hago por impulsos y, no siempre tienen relación entre sí. Suelto una idea que, luego, me puede servir para, por ejemplo, un relato concreto. Mi lugar de inspiración es la cocina. Es una costumbre que tomé, hace tiempo, porque era el lugar donde estaba más tranquila. Siempre procuro tener una mesa en ella. Me levanto temprano, desayuno, saco a mi perro y, cuando vuelvo, me siento en la cocina, donde siempre tengo cuaderno y boli, y me pongo a escribir. Lo hago de inmediato, sin darle demasiadas vueltas. Luego, cuando me pongo a ordenar el texto, a corregirlo, y a esas cosas, me pueden surgir más ideas. Y, entonces, sí, le doy vueltas.

Mis primeras nociones e impresiones, siempre las escribo a mano. Luego, utilizo el ordenador para irles dando forma, e incluso, profundizar algo más en ellas. También lo uso para repasar y corregir. Lo hago siempre y mucho. El diccionario, sobre todo, el de sinónimos y antónimos, para mí, es imprescindible. Y, dependiendo del tema, leo obras relacionadas con él y acudo a la ayuda de tutoriales por internet. Busco e indago mucho antes de desarrollar algo que haya escrito o vaya a escribir. Casi siempre, me siento  satisfecha de lo que escribo, porque es algo que surge de mí y lo valoro.

Si me preguntan cuáles son mis puntos fuertes y débiles como autora, sería difícil de responder. Creo que todo lo que escribo está cargado de experiencia. De alguna manera, lo he vivido o lo he sentido. Son reflexiones sobre situaciones determinadas y mi forma de enfrentarme a ellas. Quizá, ese sea mi punto fuerte. Mi punto débil, es que todo lo que escribo está demasiado ligado a mí. En el taller, estoy aprendiendo, como ya he dicho, a salir fuera. Está haciendo que descubra nuevas formas y maneras de expresar y comunicar a través de la escritura. Y, no sólo eso, me estoy dando cuenta, desde que asisto a él, de que puedo escribir sobre temas que yo, nunca, hubiera pensado que lo haría. Porque saber escribir no nos hace escritoras o escritores. Este bello oficio, como tantos otros, hay que aprenderlo para poderlo llevar a cabo. Aquí, con María y mis colegas, podría mejorar mi estilo de escribir y acercarme a esa bonita palabra, escritora. La veo lejos, pero espero y deseo, al menos, rozarla.

No sé cómo me gusta escribir, es algo que tendré que descubrir, escribiendo. Al ser sólo una aprendiz, tengo por delante un gran mundo de posibilidades por explorar que, todavía, me pueden sorprender. Nunca he publicado nada, pero lo que he leído, en estas tres sesiones que llevo asistiendo a este taller, parece que ha gustado. Me han aplaudido y todo (aunque aplaudir, lo hacemos siempre, es nuestra manera de motivarnos). Cuando alguien ha leído algo mío, muy pocas veces, me señala mi experiencia. He vivido intensamente y eso se refleja en lo que escribo. Pero, también, es verdad, que muchas frases no expresan, exactamente, lo que quiero decir, ¡me lío!. 

Tengo conciencia de que debo trabajarme mucho mi ortografía. Aunque, no soy complicada en lo que digo, soy, más bien, directa y sencilla, al menos, es lo que pretendo y deseo. De ahí, la importancia de la corrección gramatical. Sin ella, muchos escritos no tendrían sentido ni se conseguiría su objetivo principal, comunicar. Por eso, en corregir es donde más tiempo invierto y tardo al escribir. Y, aún así, siempre hay algún fallo. Echar la idea, se puede decir, es lo más fácil y rápido. Darle forma y sentido es lo que más trabajo tiene. Publicar algo implica una gran responsabilidad. Por lo que, la corrección gramatical, es fundamental.

La lectura es un proceso inverso al de escribir, aunque ambos se retroalimentan, casi se necesitan. La lectura nutre y alimenta nuestro pensamiento y nuestro espíritu. Enriquece nuestro interior y abre nuestra mente en una conversación íntima. Dicen que leer nos hace sentir que no estamos a solas. La lectura puede ayudarte a ponerte en el lugar de otra persona. Para mí, la compañía más fiel y en la que más confío, y he confiado, durante toda mi vida, son los libros. Leo todos los días, siempre que puedo. Leer es muy importante para quien quiere escribir. Sobre todo, porque leyendo se aprende este bello oficio. Conocer a escritores y escritoras, saber cómo trabajan y desarrollan sus ideas, es parte fundamental de este aprendizaje. Además, amplía nuestro vocabulario, requisito necesario para proyectar, lo que sea, en un papel. También asisto al club de lectura de la Biblioteca, en donde estoy descubriendo autores y autoras que desconocía. En estos momentos, tengo dos libros entre manos, Mendoza y Muñoz Molina. Más todo lo que me queda por leer para poder crecer y progresar en mis escritos de manera, más o menos, aceptable, en este taller. Y, para poder conseguirlo, es de necesaria urgencia continuar con él.













Relatos cortos

Como ya dije, hace más de tres meses, estoy asistiendo a un taller de narrativa. Está organizado por la biblioteca municipal del pueblo que me acoge, pronto hará cuatro años que resido aquí. La duración de este taller es la de un curso completo, comenzamos en septiembre y terminamos en junio. Es de una sesión a la semana, cuyo horario es de cinco, de la tarde, a ocho, hay veces que salimos un poco más tarde. Quienes participamos en él, formamos un grupo de unas diez o doce personas. Comencé a ir a este taller en marzo de 2017 y, este año, lo haré completo. Cada semana, nuestra coordinadora, María, nos manda escribir un relato corto, no menos de 500 palabras ni más de 1000, tanto si nos pasamos como si no llegamos, no pasa nada. Se nos pide brevedad porque cada integrante del grupo tenemos que leer aquello que hemos escrito. Bueno, cuento todo ésto porque me apetece compartir en mi blog algunos de mis escritos. He ido mejorando poco a poco, al igual que, también, me libero de alguna manera. El primero que voy a subir es el segundo que escribí. Tengo que decir, que me hice un lío, no entendí, muy bien, lo que María me pedía. Pero en él explico mis razones de por qué me gusta escribir, y escribo. Sigo adelante, e intentando hacer cosas que aligeren, y embellezcan, mi camino.