Este blog ha sido creado con una intención clara: Compartir un proceso de emociones, sentimientos y experiencias en mi vida, por si a alguien le puede servir.
Cada vez lo haré mejor, eso espero, y lo iré dominando un poco más. Habrá gente que se ría, siempre la hay, pero yo no. Si tu casa no está arreglada ni la cuidas, poco harás fuera de ella.
Soy consciente que habrá aspectos de mí que permanecerán, aunque no me gusten. No pasa nada, aprenderé a convivir con ellos.
Sé que hay riesgos de pérdidas en este proceso, pero es algo inevitable. La vida me ha enseñado que toda pérdida puede traer una ganancia.
También sé que el duelo de una pérdida es muy doloroso. El dolor forma parte del camino de vivir. Si duele es que todavía vives.
He aprendido que las ganancias hay que valorarlas y saber gestionarlas. No es mi fuerte, pero lo intentaré.
Tengo consciencia de que la tristeza es natural pero no debe habitar mucho tiempo a nuestro lado. Debemos dejarla hacer su trabajo y luego despedirla y decirle hasta otra. Es como el fontanero que viene a arreglarte un grifo o una tubería.
El miedo es la alarma, está bien que suene para avisar, es su función. Pero debe apagarse pronto, el tiempo justo, porque nos puede trastocar, despistar y llevarnos al pánico.
Este blog es un acto de generosidad y egoísta al mismo tiempo. En algún lado leí que la vida es un recuerdo, el que dejas y el que te llevas. Yo quiero dejar éste, para que cuando ya no esté aquello que aprendí y sentí le pueda ser útil a alguien.
Pienso que el precio que he pagado por vivir ha sido muy alto, luego debo ser muy valiosa. Construirme está siendo tan costoso que quiero que, cuando muera, sólo me disfruten quienes me valoren.
jueves, 11 de octubre de 2012
jueves, 4 de octubre de 2012
11 Consejos y 1 Nota
1.- Si
quiere comer, dale de comer. Ni se te ocurra decir que no te gusta cocinar.
2.- Si
quiere dormir, nunca digas que no tienes sueño.
3.- Muy
importante: no te levantes de mal humor, es muy peligroso.
4.- No
cumplas años, esto suele ser muy aterrador. Siempre joven, como si el tiempo no
pasara.
5.- No
crezcas, ni por dentro ni por fuera. El estancamiento es el estado ideal.
6.- No
opines, ni digas que no estás de acuerdo con algo. Esto es lo peor que se puede
hacer.
7.- Nunca
digas que te encuentras mal, este no es tu derecho.
8.- Si te
ocurre algo traumático: una enfermedad, un accidente, que te violen. Por aquí
sí que no pasa, te dará la espalda inmediatamente.
9.- Este
consejo es crucial: Si tienes hijos o hijas, que estén muy bien educados o
educadas, que no hagan ruido, ni molesten. Y, por supuesto, que admiren todo lo
que hace.
10.- Si
haces todo esto, con mucho esfuerzo, claro, ocurrirá algo “maravilloso”:
Vivirás para esa persona, te olvidarás de ti, de quien has sido y de lo que
eres. Lo que serás, depende de ella. Esto tampoco es muy bueno, porque conocerá
la responsabilidad al tener que cuidar de ti. Cuidado con esto.
11.- Si
decides seguir, va a ocurrir otra cosa “maravillosa”, te dirás: lo he
conseguido!!. Sí, lo has conseguido, ser
la persona que quiere que seas. Pero entonces, no hay otra, te dirá: “Te dejo,
te abandono, ya no eres la misma persona que conocí y no siento lo mismo por
ti”.
Nota: Te
dejará, pero se llevará todo aquello a lo que renunciaste por estar a su lado.
Amancio Prada- Libre te quiero
Amancio Prada- Compañera
martes, 2 de octubre de 2012
Las emociones y sus depredadoras
Últimamente estoy reflexionando en muchas cuestiones
y voy llegando a algunas conclusiones,
las mías, claro.
He clasificado a determinadas personas en tres
categorías:
Vampiras emocionales
Asesinas de sentimientos
Mutiladas afectivas
Estas tres categorías de personas están por todas
partes buscando a sus presas. Sobre todo, las dos primeras. Ellas son encantadoras y te suelen decir
todo aquello que te gustaría oír, pero es mentira. Utilizan la confianza para
conseguir su objetivo. Suelen ser víctimas a su vez. Pueden haber sufrido algún daño emocional en algún momento de su vida. Pertenecen a ambos sexos, pero se da más en el masculino. Es por cuestiones culturales y educativas.
Hay que decir que todas las personas, en potencia, podemos pertenecer a una de las tres categorías, incluso, a las tres. Lo que nos diferencia, es que tomamos conciencia de lo que deseamos y es más fuerte la responsabilidad de no hacer daño, al menos intencionadamente, a otras personas
Las presas más buscadas son muy
vulnerables, inseguras, confiadas y dependientes, sobre todo, de los afectos.
Desean sentirse amadas y queridas y suelen ser muy receptivas y acogedoras. Me
atrevería a decir que, una parte importante de estas personas, han
interiorizado el sacrificio como algo
natural y el miedo al abandono lo que más ansiedad les produce. Se puede comprobar que son más las mujeres quienes cumplen
este perfil.
Para poder entender mejor esta clasificación hay que
conocer lo que significan las emociones, los sentimientos y los afectos.
Cuando no vivimos con nuestros
sentimientos, no vivimos en un mundo real. Los sentimientos son la verdad. Lo
que hagamos con ellos determinará si vivimos la verdad o la mentira.
Nuestros sentimientos
son un sexto sentido, el sentido que interpreta, ordena, dirige y resume los
otros cinco. Los sentimientos nos
humanizan.
El lenguaje de los sentimientos es el medio por el cual nos relacionamos
con nuestro interior, con lo que, esencialmente, somos. Si este lenguaje no existe, no podemos
comunicarnos con las demás personas.
Existen, básicamente, dos tipos de sentimientos: los
positivos y los negativos. Los sentimientos positivos incrementan el propio
sentido de fuerza y bienestar, el sentido
de plenitud de vida, de totalidad y de
esperanza. Los sentimientos negativos interfieren con el placer, agotan la
energía y nos dejan con un sentimiento de bloqueo, vacío y
soledad.
Las personas que atienden a sus sentimientos, ya sean negativos o positivos, aman la vida. Lo mismo sienten el dolor que la alegría. Sienten miedo pero valoran la seguridad. Aceptan la tristeza y la soledad y, al mismo tiempo, muestran una sensibilidad que les permite una extraordinaria cualidad para la ternura y la comprensión. Son personas que empatizan, fácilmente, con otras.
Emoción y afecto están
íntimamente relacionados. La emoción es una respuesta personal, individual. Surge de nuestro interior, se puede decir que es aquello que nos llega, como una mirada, una palabra, una caricia, al oír una canción....
El afecto es
algo que requiere esfuerzo. Cuidar, ayudar y comprender a otra persona no
puede realizarse sin esfuerzo. A veces, no nos damos cuenta de este esfuerzo. Dar afecto significa
ayudar y procurar el bienestar y la supervivencia de quienes nos rodean.
La diferencia entre emoción y afecto es que la primera es individual y personal. Mientras que la segunda requiere la relación con otras personas. El afecto es algo
esencial en los seres humanos. En este sentido, la especie humana necesita una gran cantidad de afecto
contrariamente a otras especies. Esta necesidad se acentúa al máximo en ciertas
circunstancias, por ejemplo, en la infancia, en la enfermedad y, también, en las personas mayores.El afecto es el alimento que nos ayuda a crecer emocionalmente de una forma más saludable
Las personas que nos
emocionamos con facilidad somos tremendamente vulnerables y estamos muy unidas
a nuestro mundo infantil, al inconsciente. Nuestros sentimientos nos han
salvado de muchas situaciones. Han sido el vehículo para no desconectar de
nuestro mundo interior y poder interpretar el que nos rodea. Nuestros
sentimientos nos humanizan. Y el afecto,
incluso su necesidad, nos ha preparado para el esfuerzo que significa cuidar,
ayudar y procurar el bienestar de otras personas y, por supuesto, de nostras mismas. Quien no se da afecto, difícilmente lo podrá dar.
Las personas vampiras
emocionales se alimentan como parásitos de las emociones que expresan otras. Para ello, tienen que buscar a sus presas e intimar con ellas a
través del engaño y la mentira. En este proceso, la presa se va agotando,
debilitando, pero su capacidad de afecto y comprensión, su inseguridad y el
miedo que provoca el rechazo, la hace aguantar por el sentimiento de
culpabilidad que les va apareciendo. Las personas vampiras no matan, sólo roban.
Cuando sentimos temor o
miedo es natural desear que alguien “más grande”, más capaz y más fuerte, venga
en nuestro auxilio. Son esperanzas infantiles. Las personas vampiras
emocionales se disfrazan de ese alguien
para conseguir la confianza de su presa haciéndolas creer que las van a ayudar.
Se alimentan de esa esperanza infantil e ingenuidad, es por lo que más se
sienten atraídas. Quieren volver a la infancia, se niegan a crecer y asumir
responsabilidades. Buscan a la madre cuidadora ignorando, castigando y
sustituyendo a la niña que llevamos
dentro. La persona vampira emocional roba la ilusión y la esperanza de su
presa, la savia que da sentido a la vida.
Las Asesinas de
sentimientos sí matan. Son personas frías, estáticas, impasibles, cerebrales,
racionales y muy cultas. Se muestran muy seguras y firmes en sus decisiones. No
conocen el lenguaje de los sentimientos, por lo que no saben comunicarse con su
mundo interior. Tampoco tienen ese sexto sentido que interpreta, ordena y dirige los otros cinco. No están humanizadas,
por eso muestran la frialdad de cualquier persona asesina. Al no tener sentimientos no experimentan la
culpa. Se ríen, pero no con alegría. Lloran pero no sienten pena. La tristeza,
en estas personas, es algo habitual. Al no sentir, no expresan. Son personas
opacas, oscuras. Pueden llegar a tener éxito, pero nada de lo que producen tiene vida propia. Estas personas sólo reproducen, no crean. Sobreviven por las
sensaciones, sienten el frío, el calor, los olores, los sonidos. Sienten hambre
y tienen que comer, pero no disfrutan del sabor. Sienten sueño y quieren
dormir. Son metódicas y se rigen por hábitos. Han crecido por fuera porque el
crecimiento interior no les interesa. Los sentidos y las sensaciones que éstos producen, son su único recurso para relacionarse con la vida, no interpretan.
Su presa, de nuevo,
tiene que estar muy unida a su infancia. Ella busca el orden de lo metódico.
Los sentimientos negativos tienen más fuerza que los positivos y eso le hace
sentir miedo. Su dolor es tan grande que quiere que desaparezca. Cree que todo
lo contrario a ella es lo que le conviene para dejar de sufrir. Las víctimas de
estas personas fueron muy dañadas en su infancia y presentan heridas
importantes. Quieren olvidar para no sentir dolor y culpa. En este caso, la persona
asesina no se siente atraída por la víctima. Ella sólo actúa con frialdad y
seguridad. Va dando todo lo que su víctima necesita para olvidar. Se va
haciendo imprescindible en su vida. Poco a poco va ocupando su espacio y lo va
construyendo a su medida. Si la presa muestra algún sentimiento, la castiga con el rechazo o la amenaza con el
abandono. La va alejando de todo lo que le gusta o la hace sentir, lo que sea.
La persona asesina se convierte en el centro de su vida. Quiere ser lo que ella
necesita porque así cree que dejará de sufrir. Los sentimientos de la víctima
van muriendo casi sin darse cuenta. Es la única manera de seguir a su lado y no
ser abandonada. Es como caer en una trampa. Te ponen un cebo y picas. La forma
de matar de esta persona es la más cruel de las que existen. La presa es obligada a matar a sus sentimientos, lo que la une a su infancia, sus recuerdos, su
esencia, bajo la amenaza de que si no
hace lo que le ordena, la abandonará y sacrificará a su niña para sobrevivir .
La mutilada afectiva es la menos peligrosa de las
tres. Ella no sabe lo que es el afecto, pero lo necesita, lo busca. Para
conseguirlo hace lo que sea. Su presa debe ser cariñosa, predispuesta a ayudar
y procurar su bienestar. La víctima se siente útil con este intercambio y no
cae en que el proceso sólo va en una dirección, en la de la mutilada afectiva.
Hay que estar siempre dispuesta a las necesidades de ella. Nunca va a dar
afecto, sólo quiere recibir. Puede ocurrir que esta persona haya conocido el
afecto en algún momento de su vida, pero le fue quitado produciendo un
profundo dolor. Sin afecto sabe que estará sola y perdida, por eso busca una
muleta para sobrevivir. Suelen ser personas de aspecto infantil,
independientemente, de la edad, provocando una gran ternura. Su sola presencia
invita a ser cuidada y atendida. Son
dependientes y, en la mayoría de los casos, crueles al utilizar el chantaje
emocional para conseguir su objetivo. Son interesadas y muy egoístas, exigen
el afecto como una obligación y no se preocupan, ni sienten la necesidad, de
darlo a quienes se lo proporcionan. No están humanizadas. No conocen el
esfuerzo y se niegan a cuidar y proteger a otras personas.
En esta categoría, a
diferencia de las otras dos, es donde más representación femenina existe por razones obvias. Una víctima puede
ser, a su vez, una mutilada afectiva. La relación entre ambas es un círculo
vicioso y muy tóxica. También es la que se da con más frecuencia. La necesidad
de afecto de la agresora, sitúa en una posición de poder a la víctima, pero
siempre hará lo que se le ordene porque el miedo al abandono es lo que más teme.
Se puede dar el caso,
de hecho se da, que una misma persona pertenezca a las tres categorías. Si se
nos acerca o la sentimos a nuestro lado lo mejor es huir y correr, el peligro
acecha y podemos caer en su trampa con facilidad, no le demos esa oportunidad.
La que menos tiempo se
queda en nuestras vidas es la vampira emocional. Necesita ir de presa en presa.
Cuando agota a una, busca la savia de otra. Solemos recordarla como algo que
nos produjo un gran cansancio emocional porque nos robó un trozo de nuestra vida.
La mutilada afectiva es
la que siempre se quedará, no quiere irse. Construye un laberinto emocional en
su víctima para que no encuentre la salida. Si le has dado la mano, te irá
cogiendo el brazo hasta poseerte entera. Abusan de la confianza, todo lo de su
víctima le pertenece.
La asesina de
sentimientos no se irá hasta que no cumpla su objetivo: matar todo lo que sea mundo interior y le huela a sentimientos. No soporta sentir
y tampoco que sientan otras personas. Por lo tanto, lo elimina.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)