viernes, 26 de diciembre de 2014

Sin Título.

Muchas veces, la mayoría, no controlo mis estados de ánimo. Suceden y no puedo evitarlo, llegan sin avisar. Durante toda mi vida, que yo recuerde, los caminos elegidos me han llevado a un precipicio donde deja de ser camino y aparece el vacío. Mi única salida es dar marcha atrás y volver a vivir lo mismo. Lo he hecho siempre, pero, ahora, ya no quiero. Mi deseo es quitarme carga, sentirme ligera para tirarme al vacío y poder volar hasta aterrizar al otro lado de ese vacío. No tengo tiempo de construir un puente y no quiero volver a pasar lo mismo, duele.
Lo que me mantiene unida a este mundo es saber hasta donde soy capaz de resistir y aguantar para conocer mis límites. Mi gran necesidad de conocer y descubrir lo que es mentira y lo que es verdad. Y, por último, el amor que siento y pongo en todo aquello que he hecho, hago y haré, a pesar de que mi forma de hacerlo no haya sido ni adecuada ni proporcionada según lo establecido, pero el amor existió, existe y seguirá existiendo.


jueves, 11 de diciembre de 2014

Reconciliación.

Esto lo escribí el 10 de Agosto de 2014.

Ya estoy instalada en Aznalcázar. He venido a reconciliarme con mi pasado y a encontrar a mi niña perdida. Estoy contenta y al mismo tiempo asustada. Me he alejado de todo lo que era mi vida en estos último años. No sé si hago lo correcto o no, pero así ha sido. Lo que más miedo me da es depender para todo del coche, se puede ir andando, pero es campo y me asusta. Aún así, estoy donde, desde hace mucho tiempo, quería estar. Siempre he deseado y soñado volver  a Aznalcázar, incluso, antes de recordar el abuso e incesto de mi padre. Estoy aquí, sola y acompañada de mi perro, igual que cuando sucedió.
Me siento agotada, sin fuerzas, por todo el esfuerzo que ha supuesto descargar mi mochila y liberarme. Es curioso, pero en esta casa nueva siento que, por primera vez en mi vida, tengo mi propia casa, mi propio hogar. Aunque, sigo teniendo miedo a equivocarme. Recuerdo a mi hermano Rafa, cuando se enfadó conmigo, y me decía que soy caprichosa y que siempre quería salirme con la mía y que hasta que no lo consigo, no paro.
Aquí, siento un paz rara en mi interior. Es como reconciliarme por necesidad, pero no por ganas. Ir hacia el pasado es como volver a olvidar, pero sabiendo. Estuvo, está y estará, pero sin perturbar. El pasado se integra y pasa a formar parte de tu historia. Regresar al pasado da poder porque ya conoces la causa del dolor. He leído por ahí que: dar nombre a las cosas les resta poder. Que el dolor es un camino solitario. Y que la escritura es una larga introspección, es un viaje hacia las cavernas más oscuras de la conciencia, una lenta meditación.
Me he venido a un lugar, sin saberlo, en donde a todas horas tengo luz, aunque no la encienda. En el que me siento tranquila y relajada de una forma rara. En donde, por fin, me voy sintiendo separada, aunque no lo haya elegido. No deseo daño a nadie, pero tampoco deseo inmunidad a quien lo hace. Siento tranquilidad respecto a mí, pero también impotencia de no poder defenderme.
Estoy tan tranquila aquí, que me asusta irme y poder perderla. Es como haber vuelto al lugar del que nunca quise irme. Aquí conocí al dolor, pero también dejé mi alegría. Me marché subida a un tren que arrancaba y se alejaba de La Estación, pero sabiendo que una parte de mi se quedaba allí. Y he vuelto a recuperarla.

" Seguir adelante con otra cosa significa afirmar las fuerzas que se han desarrollado. Reconocemos nuestra resistencia, capacidad de adaptación y el impulso para estar sanas. Defendemos lo que sabemos que es cierto. Presentamos cara a los demonios y salimos vivas. Y, finalmente, hacemos los cambios que podemos y olvidamos las cosas que no podemos cambiar" ( Coraje de Sanar, pag 226).

Tengo que decir que mi abuelo paterno era gallego.






miércoles, 10 de diciembre de 2014

El Frío

Estamos a punto de acabar este año. Un año de muchos cambios, demasiados, diría yo.
El frío ha llegado y no sé cómo combatirlo.El frío  y la humedad me afecta mucho físicamente. Mi cuerpo se encoge y tirita, buscando el calor del sol como alimento y la noche, la fría noche, me debilita. No me gusta el frío, me asusta porque no sé cómo defenderme de él. Con el frío llega el silencio, la gente se encierra en sus casas y las calles están más vacías. El frío puede congelar hasta a las mentes. Todo se cierra, como una espera acurrucada en el tiempo sin saber qué hacer, El frío es como estar muerta con los ojos abiertos y el corazón latiendo. El frío es el mejor cómplice para el crimen perfecto. El frío esconde las pruebas del delito cometido permitiendo ser enterradas por las mentiras que irán apareciendo. El frío es la condena no merecida dictada y ejecutada por el tiempo, por esa estación llamada invierno. El frío me hace llorar y me duelen los oídos. El frío simboliza la muerte. Cuando una persona está fría es que el calor de la vida se ha ido, la ha abandonado. Quizá, por eso, me da tanto miedo el frío: no quiero que la vida, todavía, me abandone.

"En la mitología griega, Hades, dios del inframundo, rapta a la bella Perséfone para hacerla su esposa. Zeus le ordena a Hades que la devuelva y se la entregue a Deméter, diosa de la tierra y su madre. Sin embargo, Hades engaña a Perséfone y le hace comer semillas de granada, comida del inframundo que la obliga a quedarse allí para siempre. Deméter, sin su hija Perséfone no tiene felicidad por lo tanto no cuida a la tierra. Zeus, viendo que la tierra quedaba desolada, las plantas se secaban y morían, llega a un acuerdo para que Perséfone pase seis meses con Deméter y seis meses con Hades. Durante el tiempo en que su hija está con Hades, Deméter se entristece y provoca el otoño y el invierno."





lunes, 8 de diciembre de 2014

El Tiempo


No sé cuántas veces me he repetido la misma historia, la mía. Pero cada vez que lo hago, recuerdo un dato más. A menudo, siento que el tiempo pasa por mí sin tocarme y, ni siquiera, rozarme, a la espera de que yo lo haga por él. El tiempo respeta a mi tiempo. No vamos al mismo son. Pasan las horas, los días, las semanas, los meses y los años, y sigo atada sin verlo pasar. Así ha sido, hasta ahora. Y,de nuevo, mi vida es generosa conmigo, deteniendo el tiempo para que lo pueda recuperar. El sabe que tengo que regresar para poder avanzar. Desde hace tres años voy marcha atrás, viviendo el tiempo que no ví pasar. Tengo que llegar al momento en donde mi reloj se paró, para volverlo a poner en marcha y poder escuchar su tic tac al mismo tiempo que los latido de mi corazón. Eso es, el tiempo y yo al mismo son. El tiempo es un derecho que no se puede violar, robar o quitar. Aún así, sucede.


miércoles, 3 de diciembre de 2014

La Soledad

No todas las soledades son iguales, depende de las personas que la han conocido. No todas la vivimos y sentimos de la misma manera. Así la vivo, la siento y la entiendo yo:

La soledad siempre está, aunque se huya de ella. Es la sombra que siempre te acompaña, tu propia sombra. La soledad es tu reflejo en la realidad donde te mueves, tu contexto. La soledad es como tu ángel de la guarda, te hace especial, diferente y única. La soledad nunca te deja, nunca te abandona y, muchas veces, es tu única oportunidad. La soledad te acompaña desde que existes, desde el momento en el que naces. No es tangible, pero se ve, como la sombra. La soledad proyecta tu imagen, la de fuera, y es la que no te miente y la que te indica la postura en la que realmente te encuentras. A la soledad no se le puede engañar. La soledad te delata y te enfrenta a tu realidad. La soledad es obediente y fiel. Ella hace lo que tú haces y va donde tú vas. Para la soledad no existe el tiempo, es más, lo para para tí. La soledad unas veces te sigue por detrás, otras se te adelanta y otras estará de tu lado. La soledad es el cordón umbilical que te une a tí misma. Al nacer, nos cortan el que nos mantuvo vivas durante nueve meses, el maternal. Y es cuando aparece el de la soledad.. Por eso, la soledad siempre nos recordará nuestra procedencia e identidad original. Sólo en soledad nos podemos comunicar con nosotras mismas. La soledad nos respeta y es nuestro nexo con la naturaleza. La soledad nos lleva a descubrir el maravilloso mundo que hay en nuestro interior. La soledad siempre está callada y atenta a escuchar aquello que le quieras contar. No juzga ni aconseja, ofreciéndote el medio para oír y escuchar tu propia voz sin interferencias. La soledad te hace trascender tu realidad y, como todo aquello que nos eleva, puede producir adicción. La soledad nunca es vacío o ausencia. La soledad no es echar de menos, ni siquiera se acerca a la pérdida. Ella no tiene ninguna responsabilidad en estos acontecimientos, todo lo contrario, ella es la única que nos acompaña y está ahí para aliviar nuestro dolor. Ella no huye de ese sentimiento, porque su misión es hacernos ver y recordarnos que, a pesar de todo, seguimos vivas y que nuestra vida es tan importante como aquella que echamos de menos o hemos perdido. La soledad cura y te permite crecer. La soledad propicia y facilita la creación.
Para mí, lo mejor de la soledad o lo que yo he descubierto al aceptarla y darle su lugar, es que me hace sentir fuerte, valiosa, alegre y segura. Con ella estoy a salvo y me trato bien. La Soledad es regresar a casa, a tu hogar. En soledad encuentras tu lugar, al único que perteneces y en el que te encontrarás. En la soledad no existe el miedo a nada ni a nadie, porque si algo o alguien hubiera en ella, dejaría de existir para dejar paso a lo demás. Nunca pensé que la soledad pudiera dar y ofrecer. que te acerque a la autenticidad y que te haga llegar, de vez en cuando, a cierta coherencia. La soledad es un estado al que hay que acudir con cierta frecuencia. La soledad es natural y forma parte de nuestra vida.





martes, 11 de noviembre de 2014

Reinventar.

Cada entrada que escribo en este blog, no siempre se corresponde con el estado en el que me encuentro. Yo voy escribiendo en mis cuadernos todo lo que me va ocurriendo en mi proceso de curación. Hace algo más de dos años, adquirí dos libros que, desde entonces, me han servido de guía en este camino: "El coraje de Sanar" y "Del Ultraje a la Esperanza". En ambos se trata sobre el abuso y el incesto en niñas y mujeres. En el primero, una serie de mujeres relatan y expresan, por escrito, sus vivencias en este proceso. En el segundo, se hace una defensa de las víctimas y sus derechos, como por ejemplo: romper el silencio y hablar.

Yo, con este blog, he querido hacer lo mismo, compartir mi experiencia para que, al igual que a mi y de alguna manera, le pueda ser útil a otras personas que hayan pasado por una situación parecida a la mía. En estos casos, el poder del silencio es brutal, ya que no es fácil encontrar a personas dispuestas a escucharte. Escribir se convierte en una terapia que ayuda a romperlo.

Recuerdo que cuando desperté, al acordarme de lo que me ocurrió en mi infancia, a mis 53 años, lo único que quería era gritarlo, sacarlo fuera. Era tanto el dolor que necesitaba contarlo. Lo primero que hice fue acudir a las personas que, supuestamente, me querían, mi familia. Para mi sorpresa, no me creyeron. Pensaron que me había vuelto loca y que, como siempre, todo me lo inventaba. Desde entonces, ya han pasado más de tres años, estoy esperando a que me pregunten. El silencio volvió a imponerse: Cállate, niña, no te das cuenta de lo que estás diciendo!. Como no podía callarme y mi familia no quería escucharme, dejaron de llamarme por un tiempo. Yo, no sabía qué hacer y, mientras tanto, esparcía mi dolor por todas partes. Hubo gente que me dijo que eso, antiguamente, solía pasar bastante. Vamos, que no era para tanto. También hubieron otras, la mayoría, que pensaron que, al haber sido abandonada por el que no nombro, me había vuelto una mujer rencorosa y con deseo de venganza. Tengo que reconocer que algo de ello es cierto, pero no es la causa principal, aunque ayudó a desenterrar lo que sí la originó.

Durante más de dos años, he estado gritando, pataleando, dando coces y aullando como una fiera herida buscando ayuda y refugiándome allí donde sentía un poco de seguridad: Ana y el grupo, mi casa y La Estación. Así he sobrevivido en este tiempo, ya que el grupo me aceptaba, me creía y me quería, mi casa me protegía y cuidaba y en La Estación aprendía. Ella era mi ventana de conexión  con el mundo exterior a mí. Ella me salvó de no huir hacia una realidad imaginada, a mi medida, donde no existiera ese dolor. Ella me hizo resistir y aguantar. Las creaciones artísticas- sobre todo, la música y las narraciones-  y las personas que las producían e interpretaban en su escenario, me provocaban emociones que aliviaban mi dolor y, muchas veces, hasta lo olvidaba. Entonces, me dí cuenta de que si para algunas personas cantar, componer, contar, etc, era como un vehículo de comunicación con las demás y un medio para poder expresar lo que sentían transformándolo en arte, por qué no lo hacía yo?. Así que, busqué algo en mi que supiera hacer. Escribir y hablar sola. De esta manera no molesto pero me puedo expresar. Normalmente, utilizamos la palabra y el habla para conversar e interáctuar con otras personas. Pero si escribes, rompes el silencio y quien no quiera oír que no lo haga, pero dicho está. Escribir puede transformar el dolor en una oportunidad más que te da la vida para reinventarte más fortalecida, todo un arte, diría yo.


domingo, 2 de noviembre de 2014

El Sentido de La Vida

Empecé el cuaderno nº 6 un 19 de Abril de 2014, y empezaba así: Hoy me siento más rara y más extraña....

Dicen que las casualidades no existen, todo ocurre por una causa. Y yo digo, que en tí está si la aprovechas o no, porque toda causalidad es una oportunidad.

Y un 19 de Octubre de 2014, causalmente, empiezo a escribir así:
Hoy me siento más rara y más extraña. Hoy siento como si algo dentro de mi se fuera transformando. Me estoy alejando de algo o, más bien, me estoy desprendiendo de algo que me fue útil en su momento, pero ahora, con su ayuda, voy construyendo algo mejor dentro de mi. Quizá, estoy mejorando como persona y ser humano. Mis miedos, mis inseguridades, mis enfados y mis enojos los siento de otra manera. Tengo más conciencia de ellos y de aquello que los provoca para que salgan.

Por recomendación facultativa, me leí un libro cuyo título es: En busca del sentido de la vida. Es como una autobiografía de un doctor en psicología que, junto a toda su familia, estuvo en un campo de concentración nazi. Y de como sobrevivió a tanto dolor y castigo sin justicia alguna.
Al levantarme, esta mañana, me he acordado de él, porque he pensado que, muchas veces, las personas que pasamos por situaciones extremas y traumáticas sólo tenemos dos salidas para sobrevivir: buscarle sentido a la vida y a todo los que nos ocurre o morir. No es luchar, es dejarse llevar y sentir que todo eso nos ocurre como una oportunidad. En estos casos, no es la mente la que dirige, es el cuerpo el que manda y ordena por necesidad. Volvemos a los instintos más primarios o primitivos para sobrevivir. Cuerpo y mente se tienen que aliar respetando los espacios que cada cual necesita para que la persona siga viva. De ahí esa famosa frase: Hago lo que me pide el cuerpo. O cuando nos dice: Tienes el estómago vacío, come. Para curar cualquier herida, ya sea emocional o física, hay que oír a nuestro cuerpo y darle aquello que nos demanda. El papel de nuestra mente, en estos casos, es la de relajarse y no pensar demasiado para dejar que nuestro instinto actúe. Nuestros pensamientos deben quedarse en estado semiinconsciente, como en los sueños o durmiendo, para poder liberar todo los que nos hace daño. Uno de los primeros pasos para la curación es el perdón. Pero no es perdonar a quienes nos hicieron daño sin motivo ni razón, es perdonarnos, teniendo la certeza de que ese daño no lo merecemos. La rabia y la ira no es más que una proyección de la que sentimos hacia nosotros y nosotras, porque cuando nos hacen daño a quien primero culpamos es a una misma. Y solemos pensar: Por qué confiamos?. Por qué no nos dimos cuenta?. Qué hemos hecho?. Nada, no hicimos nada, simplemente nos ocurrió. Pero también podemos preguntarnos: Por qué a mi?. Dicen que la Naturaleza selecciona a quienes son más fuertes para garantizar la vida. Todas las personas estamos expuestas a situaciones de peligro y riesgo, y cada una responde según sus recursos. Quien sobrevive ha ganado una batalla que le hace más fuerte, porque la fortaleza reside en todo aquello que nos va acercando a la Verdad, al sentido de la vida. La culpabilidad nos debilita, por eso la echamos fuera, para sobrevivir. Así, proyectándola, podremos aguantar un tiempo, pero, tarde o temprano, los dardos que echamos se volverán hacía ti. Y el único escudo que te va a proteger de ellos es el perdón.
Perdonar no es aceptar el daño que nos hayan hecho, es aceptar que no lo merecemos. Perdonar no es evitar responsabilidades, es asumirlas para transformarlas en posibilidades. Perdonar no es olvidar, es regresar después de haber vivido una experiencia.

"El arte de vivir, como lo entendía Proust, no significa llevar un estilo de vida fabuloso, sino que consiste en encontrar el valor y el sentido de nuestra vida a pesar de las circunstancias, y no a través de ellas. Vista de esta forma, la infelicidad productiva representa una manera de vivir bastante buena".

Parece que el frío se va acercando, aunque yo no lo lleve muy bien. Pero eso significa que se va alejando el feo. Así que, si hay que elegir, que se aleje y se vaya el feo y bienvenido el frío que hace que se aleje y se vaya el feo. No hay mal que por bien no venga (aunque hay gente que dice que es al contrario) y que para presumir hay que sufrir.No sé muy bien si lo que me digo se corresponde con lo que escribo, pero algo me dice que vamos por buen camino. Fuera el feo, ya sea por un rabo de nube o por una escoba. ( Ésto lo escribí el día 31 de Octubre de 2014. Es lo más absurdo que he escrito en mi vida, pero me gusta. Salió solo, sin más, como si estuviera pintando un cuadro, dejándome llevar y recordando las pinturas de Dalí y la canciónes de Silvio y Los Sirex).







martes, 14 de octubre de 2014

Aprendiz.

Esta noche no he podido dormir, se me venían pensamientos y sentía muchas ganas de escribir todo aquello que pensaba. Sabía que si no lo hacía, se me olvidaría. No me levanté, pero aún queda algo de lo que me inquietaba esta noche.

Prácticamente, toda expresión artística es sanadora del alma. El arte cura o, al menos, alivia el dolor. El arte es como una terapia. Es como un instrumento a través del cual se puede expresar todo lo que va pasando en nuestro interior. Escribir es algo así. Por eso quiero compartir lo que sucedió anoche en mi interior.

Dicen que no existen las casualidades, sí la causalidad. Por una absurda causa todo se me derrumbó. Hace mucho tiempo, más de 50 años, algo horrible, violento y sin sentido me pasó. La Naturaleza, mi gran maestra, me salvó. Aunque pagué un alto precio por sobrevivir: el olvido. Olvidé, se me olvidó. Pero alguien muy pequeñito y muy sabio, se quedó o, quizá, se me regaló. La Naturaleza siempre se abre camino, sigue su curso y, tarde o temprano, aparece con el recuerdo. Ella dejó su semilla, como un granito, un duendecillo que se convirtió en mi instinto. Ésto hizo que, de forma natural, creciera en mí el arte de sobrevivir. Fui como la aprendiz de todo y maestra de nada. Así he estado mucho tiempo, siendo una aprendiz, por cierto, muy buena.
Hace algo más de un año, mi vida cambió. Volvió a pasar lo que ya ocurrió hace más de 50 años. Y, como era de esperar, recordé. La Naturaleza, mi maestra, ha esperado hasta saber que había llegado el momento de Saber y no siempre es agradable, puede traer, trás de sí, un terrible dolor. Con menos de 5 años La Naturaleza me protegió porque sabía que con esa edad hay cosas que no se deben saber ni conocer, simplemente, porque no se está preparada.
Hay personas muy crueles  que suelen cruzarse en el camino de una superviviente, ya que ésto te hace tremendamente vulnerable. Y yo me la encontré. Era la persona adecuada y el momento oportuno para dejar de ser una aprendiz.



La certeza.

Soy una buena persona que no sabe serlo. Pero ya poco importa demostrarlo, lo que de verdad importa, es saberlo. La mente, tu memoria y conocimientos siempre van a estar a tu favor. Hay veces que no sabes el porqué, pero de pronto, rechazas algo o a alguien como de un manotazo. Lo que ocurre, es que has ido registrando detalles sin darte cuenta y sin verlo, hasta que un día, por una simple tontería, tu mente te muestra todo lo registrado y tus sentimientos te dicen: Ten cuidado!. Este proceso es idéntico en todas las personas, sólo cambia lo que la mente de cada una registra, dependiendo de su historia y preferencias. Lo único que te mantiene firme, es la certeza de aquello que sientes sin poder demostrarlo y, como única prueba, la confianza en una misma. Y te alejas.

El alivio.

Escrito el día 19 de Abril de 2014.

Cada día me siento más rara y más extraña. Mis miedos disminuyen a medida que aumenta cierto grado de locura en mí. Hablo mucho sola, cada vez más, y cuando el miedo amenaza, surge, como de repente, cierta felicidad sin venir a cuento. Este estado me produce mucha inquietud porque no es algo que yo elija. Mis miedos y mi inseguridad siempre me han acompañado a lo largo de mi vida. Pero ahora, he levantado una defensa y le planto cara a través de esa "felicidad" ficticia o real, no lo sé. Son como pequeñas locuras que me animan a seguir hasta que llegue el momento de decidir. Para no acordarme del miedo, canto, murmullo, río o saco a mi perro. Eso me distrae para no verlo. Me apoyo en las pequeñas cosas ( un rayo de sol, una sonrisa, un saludo, una palabra, un recuerdo..) para vencerlo. No es algo que haga intencionadamente, sale sin pedir permiso, pero me alegro. No sé si curará, pero sí alivia como un ibuprofeno. La espera protagoniza mi vida día a día.

" Siento esta sensación de inquietud. De esperar más. Hoy son las mariposas y mañana será la tristeza inexplicable, el aburrimiento o la actividad desenfrenada por arreglar este o aquel cuarto, por coser, por ir aquí o allá a hacer mandados, mientras trato de tapar el Universo con un dedo, hacer mi felicidad con ingredientes de receta de cocina, chupándome los dedos a ratos y a ratos sintiendo que nunca podré llenarme, que soy un barril sin fondo, sabiendo que "no me conformaré nunca" pero buscando absurdamente conformarme mientras mi cuerpo y mi mente se abren, se extienden como poros infinitos donde anida una mujer que hubiera deseado ser pájaro, mar, estrella, vientre profundo dando a luz Universos, novas relucientes....y ando reventando palomitas de maíz en el cerebro, blancas motitas de algodón, ráfagas de poemas que me asaltan todo el día y hacen que quiera inflarme como globo para llenar el mundo, la Naturaleza, para empaparme en todo y estar en todas partes, viviendo una y mil vidas diferentes.
Más he de recordar que estoy aquí y que seguiré anhelando, agarrando pizquitas de claridad, haciendo yo misma mi vestido de sol, de luna, el vestido verde-color de tiempo con el que he soñado vivir alguna vez en Venus". (Giaconda Belli, El ojo de la mujer.)

lunes, 22 de septiembre de 2014

El regreso

Llevo dos días buscando el blog. Pensaba que lo había perdido, pero no, lo he recuperado y me ha dado alegría volverme a leer.