domingo, 21 de abril de 2013

Sobrevivir es no morir en el intento.

Las personas que hemos sufrido algún tipo de trauma en nuestra vida, sobre todo en la infancia, desarrollamos una sensibilidad especial para detectar, instintivamente, y reconocer a otras personas que lo han padecido. Para superarlo, construyendo desde ruínas y escombros, realizamos un gran esfuerzo en el autoconocimiento, que es como buscar en lo destruído todo lo que nos sirva para levantarnos. Si lo conseguimos, seremos supervivientes. Entonces, nos volvemos personas expertas en estrategias emocionales y desarrollamos nuestra inteligencia emocional. Es lo único que tenemos y lo convertimos en nuestro faro, el que nos alumbra, que es nuestro instinto natural de supervivencia.

No todas las personas conseguimos sobrevivir a los traumas, depende de la edad, del contexto familiar y ambiental y de la gravedad del mismo. En el momento del suceso, lo primero que hacemos es negarlo, porque nuestra mente no puede, ni sabe, asumirlo y aceptarlo. Usamos todo lo que tenemos, intelectualmente, para defendernos de él. El dolor emocional es tan intenso que tenemos que hacerlo desaparecer autoengañándonos. La Verdad la empezamos a esconder y se nos va olvidando de la memoria.

Pero las emociones, aquello que sentimos cuando sucedió, permanecen y no olvidan, saliendo sin pedir permiso y es, entonces, cuando nuestra lucha interior comienza. Nuestra dualidad y polaridad se distorsiona, se trastoca (subversión) y somos una persona cuando queremos ser otra. Todas nuestras fuerzas se focalizan en ocultar y no admitir la Verdad. Empezamos a construir una muralla y coraza con determinados mecanismos de defensa, como el miedo, la inseguridad, la desconfianza, la mentira, el desconocimiento, la ignorancia, el olvido, la rabia, la frustración, la manipulación, etc. El único objetivo de esta defensa amurallada es que no nos vuelva a pasar. Creemos que si recordamos se puede repetir. Las construcciones defensivas son tan diferentes como las personas que las construimos, pero los materiales o mecanismos son los mismos.

Las víctimas de un daño emocional tenemos algo que nos une y donde nos encontramos, nuestra vulnerabilidad. Porque una persona superviviente siempre presenta necesidades básicas no cubiertas y nos volvemos dependientes de quienes se ofrezcan a cubrirlas. Pero esto no funciona y vamos entrando en un círculo vicioso de relaciones autodestructivas. La parte más positiva e importante que tenemos las supervivientes, es el profundo amor por nuestra vida. En mi opinión, no hay nadie que ame más a su vida que una persona superviviente, por la fuerza y el coraje con lo que ha luchado por mantenerla, sea como sea. Otra cosa es aprender y disfrutar de la vida. Pero una persona superviviente siempre camina, si se cae, se levanta. Muchas personas supervivientes han logrado importantes cambios a través de la historia, unos para bien y otros para mal. La superviviencia demuestra que el estado de bienestar no avanza, no crea, no construye, porque no lo necesita. Incluso retrocede, se vende y se corrompe para poder mantenerlo. Un persona superviviente nunca lo hará, ya sea para bien o para mal.

Ahora, entro en algo muy importante para mí: quiero dejar de ser superviviente, quiero vivir, sin más. Eso sí, reconociendo y valorando mi gran esfuerzo para seguir viva. Una persona superviviente siempre irá de un extremo a otro. Nuestro péndulo siempre oscila, de ahí nuestro vértigo. Una persona superviviente dejará de serlo cuando empiece a caminar hacia atrás, pero nunca parada y estabilizada. Cuando eso sucede es porque ya no tiene camino para andar, pero no se rinde: no importa, vamos hacia atrás!!!. Eso no significa retroceder ni cobardía. Lo que haces es aislarte para quitarte interferencias, reflexionar y recapacitar en soledad y así poder preguntarte qué es lo que te impide avanzar. No pasa nada, sólo que llegó el momento de saltar. Para ello, hay que volver para buscar y encontrar la Verdad. Caminar hacia atrás es buscar el origen y la cusa que te impide dar el salto y subir un escalón más. Yo diría que es como coger impulso y, no sólo subir, adelantar. Si andas hacia atrás, como un cangrejo, encontrarás tu norte.

La canción con la que quiero acompañar esta entrada es la que más se acerca a lo que he escrito, pero al contrario, que cada cual saque sus propias conclusiones al leer y escuchar :). Es como un cuento hecho canción. Quienes me conocen saben que no me es fácil compartir el vídeo, pero así me ha salido y así lo voy a mantener. Además, las canciones una vez que se expresan a un público, son libres de ser interpretadas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario