lunes, 22 de septiembre de 2014
El regreso
Llevo dos días buscando el blog. Pensaba que lo había perdido, pero no, lo he recuperado y me ha dado alegría volverme a leer.
sábado, 29 de junio de 2013
Acuarela de Colores
Hace unos días, salí a buscar un bloc de cartulinas y, también, un pincel para practicar con la acuarela de colores que me regalé por mi cumpleaños. Cuando ya terminé mi compra, incluso cuando estaba buscando entre tanto material escolar, recordé mi profesión, maestra, y que soy madre. No tengo alumnado al que enseñar ni hijo ni hija en edad escolar, y me pregunté: Para quién compras entonces?. Para mí, para mi niña, porque ella no tuvo la oportunidad.
miércoles, 22 de mayo de 2013
La Tristeza
Una gran tristeza me está embargando poco a poco. Sé que no me va a pasar nada malo, sólo que es un sentimiento peculiar que te provoca un gran cansancio emocional. Tu alma te está pidiendo reposo a través de la tristeza. Soy consciente de que hay motivos reales para sentirme así. Las pérdidas producen dolor, mucho dolor.
Cuando escribo estas cosas, la gente puede pensar que soy una persona pesimista y triste, nada más lejos de la realidad. Todo lo contrario, soy vital, optimista, confío en la esperanza y estoy llena de ilusión y proyectos. Pero hay algo en mí que me va persiguiendo sin apenas darme respiro, una profunda tristeza por las continuadas pérdidas a lo largo de mi vida. Es una constante sensación que no me impide vivir y seguir, pero que me hace siempre preguntarme el porqué y buscar, desesperadamente, la respuesta. No estoy hablando de encontrar la felicidad, porque ella aparece cuando la necesitas. Tampoco de alegría, ya que las dos van juntas, son como mellizas. Las conozco, suelen visitarme de vez en cuando. Es otra cosa, la tristeza me insiste en algo y no logro descubrirlo y, mientras tanto, duele, duele mucho.
Me dicen que soy fuerte, ya lo creo. Mi tristeza no es una tristeza cualquiera, es auténtica e insistente, siempre está ahí. No le temo, para nada, pero duele, duele mucho.
También me dicen que soy dura, y es verdad. Mi dureza es el resultado de las muchas cicatrices que tengo en mi alma.
Echo de menos a la alegría y si con ella viene la felicidad, mejor. Soy una persona estrellada, continuamente, en los muros de este mundo o de esta realidad social de mierda.
Cuando la tristeza llega y te invade, sólo viene a curarte y a anunciarte que tendrás una cicatriz más, pero sobrevivirás. Por eso duele!
En resumen, lo que quiero transmitir, es que no hay tristeza sin belleza. Ni belleza que no haya convivido con la tristeza. Ya lo dije, la belleza es mi objetivo. Es como el cuento del "Patito feo".
Cuando escribo estas cosas, la gente puede pensar que soy una persona pesimista y triste, nada más lejos de la realidad. Todo lo contrario, soy vital, optimista, confío en la esperanza y estoy llena de ilusión y proyectos. Pero hay algo en mí que me va persiguiendo sin apenas darme respiro, una profunda tristeza por las continuadas pérdidas a lo largo de mi vida. Es una constante sensación que no me impide vivir y seguir, pero que me hace siempre preguntarme el porqué y buscar, desesperadamente, la respuesta. No estoy hablando de encontrar la felicidad, porque ella aparece cuando la necesitas. Tampoco de alegría, ya que las dos van juntas, son como mellizas. Las conozco, suelen visitarme de vez en cuando. Es otra cosa, la tristeza me insiste en algo y no logro descubrirlo y, mientras tanto, duele, duele mucho.
Me dicen que soy fuerte, ya lo creo. Mi tristeza no es una tristeza cualquiera, es auténtica e insistente, siempre está ahí. No le temo, para nada, pero duele, duele mucho.
También me dicen que soy dura, y es verdad. Mi dureza es el resultado de las muchas cicatrices que tengo en mi alma.
Echo de menos a la alegría y si con ella viene la felicidad, mejor. Soy una persona estrellada, continuamente, en los muros de este mundo o de esta realidad social de mierda.
Cuando la tristeza llega y te invade, sólo viene a curarte y a anunciarte que tendrás una cicatriz más, pero sobrevivirás. Por eso duele!
En resumen, lo que quiero transmitir, es que no hay tristeza sin belleza. Ni belleza que no haya convivido con la tristeza. Ya lo dije, la belleza es mi objetivo. Es como el cuento del "Patito feo".
domingo, 21 de abril de 2013
Sobrevivir es no morir en el intento.
Las personas que hemos sufrido algún tipo de trauma en nuestra vida, sobre todo en la infancia, desarrollamos una sensibilidad especial para detectar, instintivamente, y reconocer a otras personas que lo han padecido. Para superarlo, construyendo desde ruínas y escombros, realizamos un gran esfuerzo en el autoconocimiento, que es como buscar en lo destruído todo lo que nos sirva para levantarnos. Si lo conseguimos, seremos supervivientes. Entonces, nos volvemos personas expertas en estrategias emocionales y desarrollamos nuestra inteligencia emocional. Es lo único que tenemos y lo convertimos en nuestro faro, el que nos alumbra, que es nuestro instinto natural de supervivencia.
No todas las personas conseguimos sobrevivir a los traumas, depende de la edad, del contexto familiar y ambiental y de la gravedad del mismo. En el momento del suceso, lo primero que hacemos es negarlo, porque nuestra mente no puede, ni sabe, asumirlo y aceptarlo. Usamos todo lo que tenemos, intelectualmente, para defendernos de él. El dolor emocional es tan intenso que tenemos que hacerlo desaparecer autoengañándonos. La Verdad la empezamos a esconder y se nos va olvidando de la memoria.
Pero las emociones, aquello que sentimos cuando sucedió, permanecen y no olvidan, saliendo sin pedir permiso y es, entonces, cuando nuestra lucha interior comienza. Nuestra dualidad y polaridad se distorsiona, se trastoca (subversión) y somos una persona cuando queremos ser otra. Todas nuestras fuerzas se focalizan en ocultar y no admitir la Verdad. Empezamos a construir una muralla y coraza con determinados mecanismos de defensa, como el miedo, la inseguridad, la desconfianza, la mentira, el desconocimiento, la ignorancia, el olvido, la rabia, la frustración, la manipulación, etc. El único objetivo de esta defensa amurallada es que no nos vuelva a pasar. Creemos que si recordamos se puede repetir. Las construcciones defensivas son tan diferentes como las personas que las construimos, pero los materiales o mecanismos son los mismos.
Las víctimas de un daño emocional tenemos algo que nos une y donde nos encontramos, nuestra vulnerabilidad. Porque una persona superviviente siempre presenta necesidades básicas no cubiertas y nos volvemos dependientes de quienes se ofrezcan a cubrirlas. Pero esto no funciona y vamos entrando en un círculo vicioso de relaciones autodestructivas. La parte más positiva e importante que tenemos las supervivientes, es el profundo amor por nuestra vida. En mi opinión, no hay nadie que ame más a su vida que una persona superviviente, por la fuerza y el coraje con lo que ha luchado por mantenerla, sea como sea. Otra cosa es aprender y disfrutar de la vida. Pero una persona superviviente siempre camina, si se cae, se levanta. Muchas personas supervivientes han logrado importantes cambios a través de la historia, unos para bien y otros para mal. La superviviencia demuestra que el estado de bienestar no avanza, no crea, no construye, porque no lo necesita. Incluso retrocede, se vende y se corrompe para poder mantenerlo. Un persona superviviente nunca lo hará, ya sea para bien o para mal.
Ahora, entro en algo muy importante para mí: quiero dejar de ser superviviente, quiero vivir, sin más. Eso sí, reconociendo y valorando mi gran esfuerzo para seguir viva. Una persona superviviente siempre irá de un extremo a otro. Nuestro péndulo siempre oscila, de ahí nuestro vértigo. Una persona superviviente dejará de serlo cuando empiece a caminar hacia atrás, pero nunca parada y estabilizada. Cuando eso sucede es porque ya no tiene camino para andar, pero no se rinde: no importa, vamos hacia atrás!!!. Eso no significa retroceder ni cobardía. Lo que haces es aislarte para quitarte interferencias, reflexionar y recapacitar en soledad y así poder preguntarte qué es lo que te impide avanzar. No pasa nada, sólo que llegó el momento de saltar. Para ello, hay que volver para buscar y encontrar la Verdad. Caminar hacia atrás es buscar el origen y la cusa que te impide dar el salto y subir un escalón más. Yo diría que es como coger impulso y, no sólo subir, adelantar. Si andas hacia atrás, como un cangrejo, encontrarás tu norte.
La canción con la que quiero acompañar esta entrada es la que más se acerca a lo que he escrito, pero al contrario, que cada cual saque sus propias conclusiones al leer y escuchar :). Es como un cuento hecho canción. Quienes me conocen saben que no me es fácil compartir el vídeo, pero así me ha salido y así lo voy a mantener. Además, las canciones una vez que se expresan a un público, son libres de ser interpretadas.
No todas las personas conseguimos sobrevivir a los traumas, depende de la edad, del contexto familiar y ambiental y de la gravedad del mismo. En el momento del suceso, lo primero que hacemos es negarlo, porque nuestra mente no puede, ni sabe, asumirlo y aceptarlo. Usamos todo lo que tenemos, intelectualmente, para defendernos de él. El dolor emocional es tan intenso que tenemos que hacerlo desaparecer autoengañándonos. La Verdad la empezamos a esconder y se nos va olvidando de la memoria.
Pero las emociones, aquello que sentimos cuando sucedió, permanecen y no olvidan, saliendo sin pedir permiso y es, entonces, cuando nuestra lucha interior comienza. Nuestra dualidad y polaridad se distorsiona, se trastoca (subversión) y somos una persona cuando queremos ser otra. Todas nuestras fuerzas se focalizan en ocultar y no admitir la Verdad. Empezamos a construir una muralla y coraza con determinados mecanismos de defensa, como el miedo, la inseguridad, la desconfianza, la mentira, el desconocimiento, la ignorancia, el olvido, la rabia, la frustración, la manipulación, etc. El único objetivo de esta defensa amurallada es que no nos vuelva a pasar. Creemos que si recordamos se puede repetir. Las construcciones defensivas son tan diferentes como las personas que las construimos, pero los materiales o mecanismos son los mismos.
Las víctimas de un daño emocional tenemos algo que nos une y donde nos encontramos, nuestra vulnerabilidad. Porque una persona superviviente siempre presenta necesidades básicas no cubiertas y nos volvemos dependientes de quienes se ofrezcan a cubrirlas. Pero esto no funciona y vamos entrando en un círculo vicioso de relaciones autodestructivas. La parte más positiva e importante que tenemos las supervivientes, es el profundo amor por nuestra vida. En mi opinión, no hay nadie que ame más a su vida que una persona superviviente, por la fuerza y el coraje con lo que ha luchado por mantenerla, sea como sea. Otra cosa es aprender y disfrutar de la vida. Pero una persona superviviente siempre camina, si se cae, se levanta. Muchas personas supervivientes han logrado importantes cambios a través de la historia, unos para bien y otros para mal. La superviviencia demuestra que el estado de bienestar no avanza, no crea, no construye, porque no lo necesita. Incluso retrocede, se vende y se corrompe para poder mantenerlo. Un persona superviviente nunca lo hará, ya sea para bien o para mal.
Ahora, entro en algo muy importante para mí: quiero dejar de ser superviviente, quiero vivir, sin más. Eso sí, reconociendo y valorando mi gran esfuerzo para seguir viva. Una persona superviviente siempre irá de un extremo a otro. Nuestro péndulo siempre oscila, de ahí nuestro vértigo. Una persona superviviente dejará de serlo cuando empiece a caminar hacia atrás, pero nunca parada y estabilizada. Cuando eso sucede es porque ya no tiene camino para andar, pero no se rinde: no importa, vamos hacia atrás!!!. Eso no significa retroceder ni cobardía. Lo que haces es aislarte para quitarte interferencias, reflexionar y recapacitar en soledad y así poder preguntarte qué es lo que te impide avanzar. No pasa nada, sólo que llegó el momento de saltar. Para ello, hay que volver para buscar y encontrar la Verdad. Caminar hacia atrás es buscar el origen y la cusa que te impide dar el salto y subir un escalón más. Yo diría que es como coger impulso y, no sólo subir, adelantar. Si andas hacia atrás, como un cangrejo, encontrarás tu norte.
La canción con la que quiero acompañar esta entrada es la que más se acerca a lo que he escrito, pero al contrario, que cada cual saque sus propias conclusiones al leer y escuchar :). Es como un cuento hecho canción. Quienes me conocen saben que no me es fácil compartir el vídeo, pero así me ha salido y así lo voy a mantener. Además, las canciones una vez que se expresan a un público, son libres de ser interpretadas.
viernes, 12 de abril de 2013
La Belleza
Cuando el miedo llama a mi puerta, le abro y lo recibo. Pero siempre le digo: No te quedes mucho tiempo, sólo el necesario.
Si es la tristeza quien llama, abro apresuradamente, porque sé que viene a curarme, con el agua de mis lágrimas, de alguna pena y dolor.
Hay veces, afortunadamente, que suena el timbre, abro y son la ilusión, la alegría y la esperanza. Entonces, sé que vienen a darme la enhorabuena porque la tristeza me ha dado el alta.
El amor sé que nunca llamará, porque vive conmigo, en mi casa. Él tiene las llaves y entra y sale cuando quiere y le da la gana, sin pedir permiso.
Pero no importa, el miedo, la tristeza, la alegría, la esperanza, la ilusión y, sobre todo, la soledad, siempre estarán conmigo. La Belleza es mi único objetivo, que no es amor pero es lo mismo.
Si es la tristeza quien llama, abro apresuradamente, porque sé que viene a curarme, con el agua de mis lágrimas, de alguna pena y dolor.
Hay veces, afortunadamente, que suena el timbre, abro y son la ilusión, la alegría y la esperanza. Entonces, sé que vienen a darme la enhorabuena porque la tristeza me ha dado el alta.
El amor sé que nunca llamará, porque vive conmigo, en mi casa. Él tiene las llaves y entra y sale cuando quiere y le da la gana, sin pedir permiso.
Pero no importa, el miedo, la tristeza, la alegría, la esperanza, la ilusión y, sobre todo, la soledad, siempre estarán conmigo. La Belleza es mi único objetivo, que no es amor pero es lo mismo.
jueves, 28 de marzo de 2013
El principio
Nací un 20 de Junio de 1958 en un pueblo de Córdoba, Posadas. Cuando yo llegué ya había dos hermanos mayores. Así que, ocupé el número tres. De esta etapa de mi vida, poco sé porque poco me contaron. Según mi madre, fui una niña deseada y buscada, sobre todo, por mi padre. Él quería tener una hija. Por lo que, supongo, se pondría muy contento al conocer la noticia de mi nacimiento.
Al parecer, mis pelos no gustaban mucho a mi madre y siempre me tenía con un gorro y muy pelada. Me contaba que la gente le preguntaba por qué iba siempre con la cabeza tapada, si es que era por algo raro que tuviera en ella. Cuando la oía comentarme ésto, ya de mayor, todo mi interés estaba en la respuesta que diera a esas preguntas. Nunca lo supe, y mira que se lo pregunté, igual se avergonzaba...
La historia que sí me contó fue la de mi nombre. Ocurrió que mi segundo hermano era mellizo con otro y murió, con 6 ó 7 meses, sin saber el porqué. Al enfermar, mi madre cogió un tren hacia Córdoba para llevarlo al hospital. Iba sola y al parar, en Almodóvar, una mujer se subió y, al ver a mi madre llorar, la acompañó hasta que mi hermano murió. Esta mujer se llamaba María. Mi madre, en agradecimiento, le dijo que si algún día tenía una hija le pondría su nombre y sería su madrina. Pero mi padre se enteró de que María era o había sido prostituta y tenía muchos hijos. A él eso no le gustó y no quiso que mi madre cumpliera su promesa. Mi madrina sí que fue, al menos eso me dijeron, pero con el nombre, discutieron. Al final, se me inscribió con el de mi madre. Con el tiempo, esa mujer se hizo muy amiga de mi familia, incluso cuando se fue a vivir a Francia. Ella fue la única que me llamó María.
No recuerdo mucho más de esta etapa de mi vida. Sólo que, con apenas un año, nos mudamos a Peñaflor (Sevilla). Allí vivimos unos dos años, creo. Luego nos fuimos a Aznalcázar (Sevilla). Mi padre era ferroviario y tuvo muchos traslados.
Al parecer, mis pelos no gustaban mucho a mi madre y siempre me tenía con un gorro y muy pelada. Me contaba que la gente le preguntaba por qué iba siempre con la cabeza tapada, si es que era por algo raro que tuviera en ella. Cuando la oía comentarme ésto, ya de mayor, todo mi interés estaba en la respuesta que diera a esas preguntas. Nunca lo supe, y mira que se lo pregunté, igual se avergonzaba...
La historia que sí me contó fue la de mi nombre. Ocurrió que mi segundo hermano era mellizo con otro y murió, con 6 ó 7 meses, sin saber el porqué. Al enfermar, mi madre cogió un tren hacia Córdoba para llevarlo al hospital. Iba sola y al parar, en Almodóvar, una mujer se subió y, al ver a mi madre llorar, la acompañó hasta que mi hermano murió. Esta mujer se llamaba María. Mi madre, en agradecimiento, le dijo que si algún día tenía una hija le pondría su nombre y sería su madrina. Pero mi padre se enteró de que María era o había sido prostituta y tenía muchos hijos. A él eso no le gustó y no quiso que mi madre cumpliera su promesa. Mi madrina sí que fue, al menos eso me dijeron, pero con el nombre, discutieron. Al final, se me inscribió con el de mi madre. Con el tiempo, esa mujer se hizo muy amiga de mi familia, incluso cuando se fue a vivir a Francia. Ella fue la única que me llamó María.
No recuerdo mucho más de esta etapa de mi vida. Sólo que, con apenas un año, nos mudamos a Peñaflor (Sevilla). Allí vivimos unos dos años, creo. Luego nos fuimos a Aznalcázar (Sevilla). Mi padre era ferroviario y tuvo muchos traslados.
En Posadas, Códoba.
En Peñaflor, Sevilla.
Creo que aquí ya vivía en Aznalcázar.
viernes, 25 de enero de 2013
Hablando sola.
Siempre han dicho de mí que soy muy habladora, comunicativa, sociable y, alguien habrá pensado, que algo charlatana. El otro día comenté que muchas veces pienso en ello y me sorprendió lo que dije: "hablar mucho, para mí, es como una defensa, un mecanismo que he desarrollado inconscientemente para que no me pregunten", y funciona. Si se habla mucho y se cuenta "todo", ya no hay interés y no se pregunta. Prometo que no me había dado cuenta hasta el momento en que lo dije. Es más, siempre me he sentido culpable de hablar tanto. He desarrollado tantas murallas y tantos mecanismos de defensa para ocultarme, esconderme y protegerme que, ahora, es tarea muy complicada conseguir derribar todo eso para poder encontrarme. Lo he hecho tan bien, que me será muy difícil llegar donde yo estoy. Y digo más, con el único objetivo de salvar y cuidar a mi familia de "antes", ahora tengo otra. Olvidé, oculté y renuncié al amor que necesitaba por amor a mi "familia". Lo hice por seguridad y aún lo hago.
De niña, siempre hablaba sola y no escribía por miedo a que se supiera y me encontraran. Ahora escribo, que es lo mismo que hablar sola.
De niña, siempre hablaba sola y no escribía por miedo a que se supiera y me encontraran. Ahora escribo, que es lo mismo que hablar sola.
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