Esta noche no he podido dormir, se me venían pensamientos y sentía muchas ganas de escribir todo aquello que pensaba. Sabía que si no lo hacía, se me olvidaría. No me levanté, pero aún queda algo de lo que me inquietaba esta noche.
Prácticamente, toda expresión artística es sanadora del alma. El arte cura o, al menos, alivia el dolor. El arte es como una terapia. Es como un instrumento a través del cual se puede expresar todo lo que va pasando en nuestro interior. Escribir es algo así. Por eso quiero compartir lo que sucedió anoche en mi interior.
Dicen que no existen las casualidades, sí la causalidad. Por una absurda causa todo se me derrumbó. Hace mucho tiempo, más de 50 años, algo horrible, violento y sin sentido me pasó. La Naturaleza, mi gran maestra, me salvó. Aunque pagué un alto precio por sobrevivir: el olvido. Olvidé, se me olvidó. Pero alguien muy pequeñito y muy sabio, se quedó o, quizá, se me regaló. La Naturaleza siempre se abre camino, sigue su curso y, tarde o temprano, aparece con el recuerdo. Ella dejó su semilla, como un granito, un duendecillo que se convirtió en mi instinto. Ésto hizo que, de forma natural, creciera en mí el arte de sobrevivir. Fui como la aprendiz de todo y maestra de nada. Así he estado mucho tiempo, siendo una aprendiz, por cierto, muy buena.
Hace algo más de un año, mi vida cambió. Volvió a pasar lo que ya ocurrió hace más de 50 años. Y, como era de esperar, recordé. La Naturaleza, mi maestra, ha esperado hasta saber que había llegado el momento de Saber y no siempre es agradable, puede traer, trás de sí, un terrible dolor. Con menos de 5 años La Naturaleza me protegió porque sabía que con esa edad hay cosas que no se deben saber ni conocer, simplemente, porque no se está preparada.
Hay personas muy crueles que suelen cruzarse en el camino de una superviviente, ya que ésto te hace tremendamente vulnerable. Y yo me la encontré. Era la persona adecuada y el momento oportuno para dejar de ser una aprendiz.
martes, 14 de octubre de 2014
La certeza.
Soy una buena persona que no sabe serlo. Pero ya poco importa demostrarlo, lo que de verdad importa, es saberlo. La mente, tu memoria y conocimientos siempre van a estar a tu favor. Hay veces que no sabes el porqué, pero de pronto, rechazas algo o a alguien como de un manotazo. Lo que ocurre, es que has ido registrando detalles sin darte cuenta y sin verlo, hasta que un día, por una simple tontería, tu mente te muestra todo lo registrado y tus sentimientos te dicen: Ten cuidado!. Este proceso es idéntico en todas las personas, sólo cambia lo que la mente de cada una registra, dependiendo de su historia y preferencias. Lo único que te mantiene firme, es la certeza de aquello que sientes sin poder demostrarlo y, como única prueba, la confianza en una misma. Y te alejas.
El alivio.
Escrito el día 19 de Abril de 2014.
Cada día me siento más rara y más extraña. Mis miedos disminuyen a medida que aumenta cierto grado de locura en mí. Hablo mucho sola, cada vez más, y cuando el miedo amenaza, surge, como de repente, cierta felicidad sin venir a cuento. Este estado me produce mucha inquietud porque no es algo que yo elija. Mis miedos y mi inseguridad siempre me han acompañado a lo largo de mi vida. Pero ahora, he levantado una defensa y le planto cara a través de esa "felicidad" ficticia o real, no lo sé. Son como pequeñas locuras que me animan a seguir hasta que llegue el momento de decidir. Para no acordarme del miedo, canto, murmullo, río o saco a mi perro. Eso me distrae para no verlo. Me apoyo en las pequeñas cosas ( un rayo de sol, una sonrisa, un saludo, una palabra, un recuerdo..) para vencerlo. No es algo que haga intencionadamente, sale sin pedir permiso, pero me alegro. No sé si curará, pero sí alivia como un ibuprofeno. La espera protagoniza mi vida día a día.
" Siento esta sensación de inquietud. De esperar más. Hoy son las mariposas y mañana será la tristeza inexplicable, el aburrimiento o la actividad desenfrenada por arreglar este o aquel cuarto, por coser, por ir aquí o allá a hacer mandados, mientras trato de tapar el Universo con un dedo, hacer mi felicidad con ingredientes de receta de cocina, chupándome los dedos a ratos y a ratos sintiendo que nunca podré llenarme, que soy un barril sin fondo, sabiendo que "no me conformaré nunca" pero buscando absurdamente conformarme mientras mi cuerpo y mi mente se abren, se extienden como poros infinitos donde anida una mujer que hubiera deseado ser pájaro, mar, estrella, vientre profundo dando a luz Universos, novas relucientes....y ando reventando palomitas de maíz en el cerebro, blancas motitas de algodón, ráfagas de poemas que me asaltan todo el día y hacen que quiera inflarme como globo para llenar el mundo, la Naturaleza, para empaparme en todo y estar en todas partes, viviendo una y mil vidas diferentes.
Más he de recordar que estoy aquí y que seguiré anhelando, agarrando pizquitas de claridad, haciendo yo misma mi vestido de sol, de luna, el vestido verde-color de tiempo con el que he soñado vivir alguna vez en Venus". (Giaconda Belli, El ojo de la mujer.)
Cada día me siento más rara y más extraña. Mis miedos disminuyen a medida que aumenta cierto grado de locura en mí. Hablo mucho sola, cada vez más, y cuando el miedo amenaza, surge, como de repente, cierta felicidad sin venir a cuento. Este estado me produce mucha inquietud porque no es algo que yo elija. Mis miedos y mi inseguridad siempre me han acompañado a lo largo de mi vida. Pero ahora, he levantado una defensa y le planto cara a través de esa "felicidad" ficticia o real, no lo sé. Son como pequeñas locuras que me animan a seguir hasta que llegue el momento de decidir. Para no acordarme del miedo, canto, murmullo, río o saco a mi perro. Eso me distrae para no verlo. Me apoyo en las pequeñas cosas ( un rayo de sol, una sonrisa, un saludo, una palabra, un recuerdo..) para vencerlo. No es algo que haga intencionadamente, sale sin pedir permiso, pero me alegro. No sé si curará, pero sí alivia como un ibuprofeno. La espera protagoniza mi vida día a día.
" Siento esta sensación de inquietud. De esperar más. Hoy son las mariposas y mañana será la tristeza inexplicable, el aburrimiento o la actividad desenfrenada por arreglar este o aquel cuarto, por coser, por ir aquí o allá a hacer mandados, mientras trato de tapar el Universo con un dedo, hacer mi felicidad con ingredientes de receta de cocina, chupándome los dedos a ratos y a ratos sintiendo que nunca podré llenarme, que soy un barril sin fondo, sabiendo que "no me conformaré nunca" pero buscando absurdamente conformarme mientras mi cuerpo y mi mente se abren, se extienden como poros infinitos donde anida una mujer que hubiera deseado ser pájaro, mar, estrella, vientre profundo dando a luz Universos, novas relucientes....y ando reventando palomitas de maíz en el cerebro, blancas motitas de algodón, ráfagas de poemas que me asaltan todo el día y hacen que quiera inflarme como globo para llenar el mundo, la Naturaleza, para empaparme en todo y estar en todas partes, viviendo una y mil vidas diferentes.
Más he de recordar que estoy aquí y que seguiré anhelando, agarrando pizquitas de claridad, haciendo yo misma mi vestido de sol, de luna, el vestido verde-color de tiempo con el que he soñado vivir alguna vez en Venus". (Giaconda Belli, El ojo de la mujer.)
lunes, 22 de septiembre de 2014
El regreso
Llevo dos días buscando el blog. Pensaba que lo había perdido, pero no, lo he recuperado y me ha dado alegría volverme a leer.
sábado, 29 de junio de 2013
Acuarela de Colores
Hace unos días, salí a buscar un bloc de cartulinas y, también, un pincel para practicar con la acuarela de colores que me regalé por mi cumpleaños. Cuando ya terminé mi compra, incluso cuando estaba buscando entre tanto material escolar, recordé mi profesión, maestra, y que soy madre. No tengo alumnado al que enseñar ni hijo ni hija en edad escolar, y me pregunté: Para quién compras entonces?. Para mí, para mi niña, porque ella no tuvo la oportunidad.
miércoles, 22 de mayo de 2013
La Tristeza
Una gran tristeza me está embargando poco a poco. Sé que no me va a pasar nada malo, sólo que es un sentimiento peculiar que te provoca un gran cansancio emocional. Tu alma te está pidiendo reposo a través de la tristeza. Soy consciente de que hay motivos reales para sentirme así. Las pérdidas producen dolor, mucho dolor.
Cuando escribo estas cosas, la gente puede pensar que soy una persona pesimista y triste, nada más lejos de la realidad. Todo lo contrario, soy vital, optimista, confío en la esperanza y estoy llena de ilusión y proyectos. Pero hay algo en mí que me va persiguiendo sin apenas darme respiro, una profunda tristeza por las continuadas pérdidas a lo largo de mi vida. Es una constante sensación que no me impide vivir y seguir, pero que me hace siempre preguntarme el porqué y buscar, desesperadamente, la respuesta. No estoy hablando de encontrar la felicidad, porque ella aparece cuando la necesitas. Tampoco de alegría, ya que las dos van juntas, son como mellizas. Las conozco, suelen visitarme de vez en cuando. Es otra cosa, la tristeza me insiste en algo y no logro descubrirlo y, mientras tanto, duele, duele mucho.
Me dicen que soy fuerte, ya lo creo. Mi tristeza no es una tristeza cualquiera, es auténtica e insistente, siempre está ahí. No le temo, para nada, pero duele, duele mucho.
También me dicen que soy dura, y es verdad. Mi dureza es el resultado de las muchas cicatrices que tengo en mi alma.
Echo de menos a la alegría y si con ella viene la felicidad, mejor. Soy una persona estrellada, continuamente, en los muros de este mundo o de esta realidad social de mierda.
Cuando la tristeza llega y te invade, sólo viene a curarte y a anunciarte que tendrás una cicatriz más, pero sobrevivirás. Por eso duele!
En resumen, lo que quiero transmitir, es que no hay tristeza sin belleza. Ni belleza que no haya convivido con la tristeza. Ya lo dije, la belleza es mi objetivo. Es como el cuento del "Patito feo".
Cuando escribo estas cosas, la gente puede pensar que soy una persona pesimista y triste, nada más lejos de la realidad. Todo lo contrario, soy vital, optimista, confío en la esperanza y estoy llena de ilusión y proyectos. Pero hay algo en mí que me va persiguiendo sin apenas darme respiro, una profunda tristeza por las continuadas pérdidas a lo largo de mi vida. Es una constante sensación que no me impide vivir y seguir, pero que me hace siempre preguntarme el porqué y buscar, desesperadamente, la respuesta. No estoy hablando de encontrar la felicidad, porque ella aparece cuando la necesitas. Tampoco de alegría, ya que las dos van juntas, son como mellizas. Las conozco, suelen visitarme de vez en cuando. Es otra cosa, la tristeza me insiste en algo y no logro descubrirlo y, mientras tanto, duele, duele mucho.
Me dicen que soy fuerte, ya lo creo. Mi tristeza no es una tristeza cualquiera, es auténtica e insistente, siempre está ahí. No le temo, para nada, pero duele, duele mucho.
También me dicen que soy dura, y es verdad. Mi dureza es el resultado de las muchas cicatrices que tengo en mi alma.
Echo de menos a la alegría y si con ella viene la felicidad, mejor. Soy una persona estrellada, continuamente, en los muros de este mundo o de esta realidad social de mierda.
Cuando la tristeza llega y te invade, sólo viene a curarte y a anunciarte que tendrás una cicatriz más, pero sobrevivirás. Por eso duele!
En resumen, lo que quiero transmitir, es que no hay tristeza sin belleza. Ni belleza que no haya convivido con la tristeza. Ya lo dije, la belleza es mi objetivo. Es como el cuento del "Patito feo".
domingo, 21 de abril de 2013
Sobrevivir es no morir en el intento.
Las personas que hemos sufrido algún tipo de trauma en nuestra vida, sobre todo en la infancia, desarrollamos una sensibilidad especial para detectar, instintivamente, y reconocer a otras personas que lo han padecido. Para superarlo, construyendo desde ruínas y escombros, realizamos un gran esfuerzo en el autoconocimiento, que es como buscar en lo destruído todo lo que nos sirva para levantarnos. Si lo conseguimos, seremos supervivientes. Entonces, nos volvemos personas expertas en estrategias emocionales y desarrollamos nuestra inteligencia emocional. Es lo único que tenemos y lo convertimos en nuestro faro, el que nos alumbra, que es nuestro instinto natural de supervivencia.
No todas las personas conseguimos sobrevivir a los traumas, depende de la edad, del contexto familiar y ambiental y de la gravedad del mismo. En el momento del suceso, lo primero que hacemos es negarlo, porque nuestra mente no puede, ni sabe, asumirlo y aceptarlo. Usamos todo lo que tenemos, intelectualmente, para defendernos de él. El dolor emocional es tan intenso que tenemos que hacerlo desaparecer autoengañándonos. La Verdad la empezamos a esconder y se nos va olvidando de la memoria.
Pero las emociones, aquello que sentimos cuando sucedió, permanecen y no olvidan, saliendo sin pedir permiso y es, entonces, cuando nuestra lucha interior comienza. Nuestra dualidad y polaridad se distorsiona, se trastoca (subversión) y somos una persona cuando queremos ser otra. Todas nuestras fuerzas se focalizan en ocultar y no admitir la Verdad. Empezamos a construir una muralla y coraza con determinados mecanismos de defensa, como el miedo, la inseguridad, la desconfianza, la mentira, el desconocimiento, la ignorancia, el olvido, la rabia, la frustración, la manipulación, etc. El único objetivo de esta defensa amurallada es que no nos vuelva a pasar. Creemos que si recordamos se puede repetir. Las construcciones defensivas son tan diferentes como las personas que las construimos, pero los materiales o mecanismos son los mismos.
Las víctimas de un daño emocional tenemos algo que nos une y donde nos encontramos, nuestra vulnerabilidad. Porque una persona superviviente siempre presenta necesidades básicas no cubiertas y nos volvemos dependientes de quienes se ofrezcan a cubrirlas. Pero esto no funciona y vamos entrando en un círculo vicioso de relaciones autodestructivas. La parte más positiva e importante que tenemos las supervivientes, es el profundo amor por nuestra vida. En mi opinión, no hay nadie que ame más a su vida que una persona superviviente, por la fuerza y el coraje con lo que ha luchado por mantenerla, sea como sea. Otra cosa es aprender y disfrutar de la vida. Pero una persona superviviente siempre camina, si se cae, se levanta. Muchas personas supervivientes han logrado importantes cambios a través de la historia, unos para bien y otros para mal. La superviviencia demuestra que el estado de bienestar no avanza, no crea, no construye, porque no lo necesita. Incluso retrocede, se vende y se corrompe para poder mantenerlo. Un persona superviviente nunca lo hará, ya sea para bien o para mal.
Ahora, entro en algo muy importante para mí: quiero dejar de ser superviviente, quiero vivir, sin más. Eso sí, reconociendo y valorando mi gran esfuerzo para seguir viva. Una persona superviviente siempre irá de un extremo a otro. Nuestro péndulo siempre oscila, de ahí nuestro vértigo. Una persona superviviente dejará de serlo cuando empiece a caminar hacia atrás, pero nunca parada y estabilizada. Cuando eso sucede es porque ya no tiene camino para andar, pero no se rinde: no importa, vamos hacia atrás!!!. Eso no significa retroceder ni cobardía. Lo que haces es aislarte para quitarte interferencias, reflexionar y recapacitar en soledad y así poder preguntarte qué es lo que te impide avanzar. No pasa nada, sólo que llegó el momento de saltar. Para ello, hay que volver para buscar y encontrar la Verdad. Caminar hacia atrás es buscar el origen y la cusa que te impide dar el salto y subir un escalón más. Yo diría que es como coger impulso y, no sólo subir, adelantar. Si andas hacia atrás, como un cangrejo, encontrarás tu norte.
La canción con la que quiero acompañar esta entrada es la que más se acerca a lo que he escrito, pero al contrario, que cada cual saque sus propias conclusiones al leer y escuchar :). Es como un cuento hecho canción. Quienes me conocen saben que no me es fácil compartir el vídeo, pero así me ha salido y así lo voy a mantener. Además, las canciones una vez que se expresan a un público, son libres de ser interpretadas.
No todas las personas conseguimos sobrevivir a los traumas, depende de la edad, del contexto familiar y ambiental y de la gravedad del mismo. En el momento del suceso, lo primero que hacemos es negarlo, porque nuestra mente no puede, ni sabe, asumirlo y aceptarlo. Usamos todo lo que tenemos, intelectualmente, para defendernos de él. El dolor emocional es tan intenso que tenemos que hacerlo desaparecer autoengañándonos. La Verdad la empezamos a esconder y se nos va olvidando de la memoria.
Pero las emociones, aquello que sentimos cuando sucedió, permanecen y no olvidan, saliendo sin pedir permiso y es, entonces, cuando nuestra lucha interior comienza. Nuestra dualidad y polaridad se distorsiona, se trastoca (subversión) y somos una persona cuando queremos ser otra. Todas nuestras fuerzas se focalizan en ocultar y no admitir la Verdad. Empezamos a construir una muralla y coraza con determinados mecanismos de defensa, como el miedo, la inseguridad, la desconfianza, la mentira, el desconocimiento, la ignorancia, el olvido, la rabia, la frustración, la manipulación, etc. El único objetivo de esta defensa amurallada es que no nos vuelva a pasar. Creemos que si recordamos se puede repetir. Las construcciones defensivas son tan diferentes como las personas que las construimos, pero los materiales o mecanismos son los mismos.
Las víctimas de un daño emocional tenemos algo que nos une y donde nos encontramos, nuestra vulnerabilidad. Porque una persona superviviente siempre presenta necesidades básicas no cubiertas y nos volvemos dependientes de quienes se ofrezcan a cubrirlas. Pero esto no funciona y vamos entrando en un círculo vicioso de relaciones autodestructivas. La parte más positiva e importante que tenemos las supervivientes, es el profundo amor por nuestra vida. En mi opinión, no hay nadie que ame más a su vida que una persona superviviente, por la fuerza y el coraje con lo que ha luchado por mantenerla, sea como sea. Otra cosa es aprender y disfrutar de la vida. Pero una persona superviviente siempre camina, si se cae, se levanta. Muchas personas supervivientes han logrado importantes cambios a través de la historia, unos para bien y otros para mal. La superviviencia demuestra que el estado de bienestar no avanza, no crea, no construye, porque no lo necesita. Incluso retrocede, se vende y se corrompe para poder mantenerlo. Un persona superviviente nunca lo hará, ya sea para bien o para mal.
Ahora, entro en algo muy importante para mí: quiero dejar de ser superviviente, quiero vivir, sin más. Eso sí, reconociendo y valorando mi gran esfuerzo para seguir viva. Una persona superviviente siempre irá de un extremo a otro. Nuestro péndulo siempre oscila, de ahí nuestro vértigo. Una persona superviviente dejará de serlo cuando empiece a caminar hacia atrás, pero nunca parada y estabilizada. Cuando eso sucede es porque ya no tiene camino para andar, pero no se rinde: no importa, vamos hacia atrás!!!. Eso no significa retroceder ni cobardía. Lo que haces es aislarte para quitarte interferencias, reflexionar y recapacitar en soledad y así poder preguntarte qué es lo que te impide avanzar. No pasa nada, sólo que llegó el momento de saltar. Para ello, hay que volver para buscar y encontrar la Verdad. Caminar hacia atrás es buscar el origen y la cusa que te impide dar el salto y subir un escalón más. Yo diría que es como coger impulso y, no sólo subir, adelantar. Si andas hacia atrás, como un cangrejo, encontrarás tu norte.
La canción con la que quiero acompañar esta entrada es la que más se acerca a lo que he escrito, pero al contrario, que cada cual saque sus propias conclusiones al leer y escuchar :). Es como un cuento hecho canción. Quienes me conocen saben que no me es fácil compartir el vídeo, pero así me ha salido y así lo voy a mantener. Además, las canciones una vez que se expresan a un público, son libres de ser interpretadas.
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