lunes, 7 de enero de 2013

Buscando entre mis recuerdos

Ya pasaron las Navidades. Recuerdo que de niña me gustaban. Más tarde, se convirtieron en una responsabilidad, sobre todo, por los compromisos familiares. Tuve un tiempo en que no significaban nada, las dejaba pasar. Pero éstas, las he sentido como alfileres que me pinchaban por dentro. Al principio me rebelé, sintiendo algo de rabia a medida que se iban acercando. Pero una vez que llegaron, me atrapó la tristeza. Nunca me había sentido tan diferente e indiferente a lo que me rodea. Un bloqueo emocional e intelectual apareció en mí. Hoy, me he puesto a escribir al sentir que un trocito se me está muriendo o ha muerto en mi interior. Quizá, ya lo estaba desde hacía tiempo, pero ha sido la tristeza la que me ha hecho reconocer el dolor de la pérdida y el duelo para aceptar  la posibilidad de que no vuelva.
Me refiero a mi niña, a la que llevo buscando hace mucho tiempo. Ha habido veces que he creído encontrarla, pero de nuevo desaparecía. En algún momento he pensado que la veía. Vivió su mayor esplendor con el nacimiento de mi hija, al recuperar mi alegría, mi ilusión y mi confianza. Se quedó un tiempo y volvió a desaparecer. Recuerdo cuando un amigo, hace mucho, me dijo: "tienes que sacar a pasear más a menudo a tu niña". Hasta ese momento no tuve conciencia de que madurar no significa olvidar tu infancia. Casi ignoraba que la hubiera tenido. Desde entonces, cada vez que intuía su presencia me distraía, le tenía miedo. Sabía que el dolor y la culpa vendría acompañando a su ilusión y alegría. Quería ser una mujer, no una niña herida.
Hace algunos años, no muchos, cuando casi ni me acordaba de ella, me volvió a visitar. Esta vez no me importó demasiado y la quise disfrutar, estaba feliz. Al poco tiempo, algo ocurrió en mi vida, murió mi madre, y sentí como la niña se liberaba sin aceptar límites, sentía la necesidad de contarme el porqué sufríamos las dos. Su dolor caló hasta mis huesos haciéndolos crujir. Necesité ayuda para aprender a convivir con ella, casi lo consigo. Pero no, no pudo ser y cada vez la sentía más debilitada y menos atendida, se me iba. Ahora, presiento que se me ha ido, no encuentro su rastro. Estas Navidades ha desaparecido y no sé si para siempre.
Cuando leo lo del tornillo´y el vacío que escribí, tengo la sensación de que no lo ha hecho voluntariamente porque son la prueba de que algo le ha sucedido. Sin ella, no podré completar el motor que me dirige.



3 comentarios:

  1. No es posible que se haya muerto, es sólo que a lo mejor las navidades le dan miedo...

    Dale, date un tiempo, y verás cómo vuelve a salir. Tal vez te está pidiendo que te cuides mas para que te acompañe.

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  2. Gracias, Némesis. Espero que lleves razón porque tengo la esperanza de que vuelva. Pero también sé que espera que vaya a buscarla. Gracias, otra vez :)

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  3. Navegaremos los miercoles hasta encontrarla

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